Los límites solo aportan seguridad y claridad si ayudan a comprender lo que le pasa a quien está poniendo el límite, como se siente y que necesita, de otra manera se vive como una imposición y las personas se resisten a respetarlo.
Al tomar consciencia de nuestras necesidades es más fácil poner límites desde el cuidado y el respeto. Se dice muy a menudo: «los niños necesitan límites», «los adolescentes necesitan autoridad». Detrás de esas afirmaciones están nuestras propias necesidades no las de los niños ni adolescentes.
Vamos a darle la vuelta a estas frases, cuando yo digo: «los niños necesitan límites para sentirse seguros», lo que en realidad me pasa es que yo necesito tranquilidad, seguridad y respeto. Para conseguir eso, uso la estrategia de poner límites, que realmente, no es una necesidad sino que es una estrategia para conseguir cubrir mis necesidades.
Cuando le digo a mi hijo: «en casa comemos sin ver la televisión», a él le puede beneficiar eso e incluso le aporta claridad sobre lo que se espera de él y aún así el motivo más importante para poner ese límite es que a mi me aporta tranquilidad y seguridad. Si yo pienso que ver la tele mientras comemos es buena idea y me aporta diversión y relax, ese límite no lo pondré en mi casa. Por eso, los límites varian en función de las personas, de sus valores personales y de sus necesidades.
Si logramos dar la vuelta a estas afirmaciones, conseguiremos realmente entender lo que son los límites y como usarlos de forma eficaz y cuidadosa a la vez.
Los límites no los ponemos para ayudar a los demás, los ponemos para ayudarnos a nosotras mismas. Es decir que, cuando pongo el límite es para cuidar una necesidad mía, que puede ser respeto, consideración, mi cuidado, etc.
Y le digo a la otra persona que mi límite está en no pasar por encima de una necesidad mía, que no estoy dispuesta, por lo menos por ahora, a mover ese límite, porque eso supondría una perdida para mí.
En todo caso, el juego se juega en cada una de nosotras, yo poniendo el límite y la otra persona respetándolo o no.
Si os fijáis he escrito: «no estoy dispuesta, por lo menos por ahora, a mover ese límite» con eso quiero poner de relieve y con negritas, que los límites no son algo inamovible, puede ser que después de un diálogo y negociación con la otra persona podemos llegar a comprendernos más profundamente y mover el límite, que no es otra cosa que una estrategia para protegerme de lo que considero un ataque a mis necesidades. Cuando negocio puedo empezar a comprender que la otra persona no quiere atacarme sino que también están en juego sus propios deseos y que para ella, respetar mi límite supone ceder sus propias necesidades y en este punto es donde la CNV resulta más útil para encontrar una estrategia que nos convenga a ambas.
Voy a poner un ejemplo: María es maestra de un grupo de primaria y en la clase que dio el viernes por la tarde los alumnos estuvieron levantándose de la silla, hablando entre ellos, nerviosos y excitados. María no podía más, estaba agotada y desesperada, algunas compañeras bien intencionadas le sugirieron que la solución era poner un límite claro: «si durante la clase no hay silencio, os llevaréis la tarea a casa». Las compañeras añadieron que si l@s niñ@s sabían las consecuencias de sus actos eso les tranquilizaría y estarían mejor en clase.
A María no le acababa de convencer esa opción, ella veía en ese límite una amenaza y no se sentía cómoda con eso. Recordó un curso que había hecho de Comunicación NoViolenta y empezó a indagar sobre como se sentía y que podía estar necesitando en esa situación.
Descubrió que se sentía muy agitada, nerviosa, cansada y con muchos juicios hacía ella y los alumnos sobre como deberían ser las cosas en un aula perfecta e imaginaria. Pudo comprender que estaba necesitando aceptación, apoyo, orden y facilidad y entonces pudo vislumbrar algunas estrategias para conseguir cubrir esas necesidades.
El límite lo puso a partir de sus propias necesidades no para controlar a los otros sino para cuidarse a ella. Les dijo a sus alumnos que estaba nerviosa y cansada y que por eso les pedía su colaboración, les pidió que levantaran la mano antes de hablar cubriendo así la necesidad de apoyo y orden. Les dijo que por ahora simplificaría las actividades y crearía espacios de silencio más cortos que tuvieran más posibilidades de éxito y así cubrir su necesidad de facilidad. Se autolimitó su exigencia y perfeccionismo y pensó que podía pedir ayuda a una compañera de su confianza, cubriendo su necesidad de apoyo.
Como resumen:
- Indagar en como nos sentimos y que necesitamos en esa situación.
- Pensar una estrategia que cuide de esas necesidades.
- Exponer y explicar a los alumnos como te sientes, que necesitas y hacerles una petición de como quieres ser tratada y que vas a hacer al respecto.
- Aceptar «no» como respuesta y observar como reaccionas ante ese «no», ¿te defiendes, huyes o atacas?
- Negociar el límite si hace falta, ¿hasta dónde estás dispuesta a ceder por el cuidado de la relación?
- Llegar a un acuerdo que respete las necesidades de ambas partes.
Muy interesante