La comunicación no violenta (abreviada como CNV) también es llamada comunicación compasiva o comunicación colaborativa. Es un proceso de comunicación desarrollado por el psicólogo estadounidense Marshall Rosenberg a inicios de los años sesenta.
La CNV nos ayuda a reducir las posturas ofensivas y las reacciones violentas a través de la compasión. Además, tiene como objetivo promover el respeto, la atención, la empatía y generar el deseo de entregarnos desde el corazón.
Al utilizar este método, aprendemos a aclarar lo que estamos observando, qué emociones estamos sintiendo, qué valores queremos vivir y qué queremos pedirnos a nosotros mismos y a otras personas para enriquecer nuestras vidas.
Si entendemos bien la definición más descriptiva de la CNV como un proceso de comunicación que nos ayuda a resolver las diferencias y conflictos individuales e interpersonales, la CNV se convierte en una de las herramientas más poderosas que po- demos utilizar.
Este método es sencillo en su planteamiento y consta de cuatro etapas: la observación, los sentimientos, las necesidades, y la petición/oferta tanto del que habla como del que escucha.
Marshall Rosenberg, simboliza la CNV con la jirafa, uno de los animales terrestres con el corazón más grande, enfatizando así la idea de que es la comunicación no violenta es la comunicación de vida, del corazón, de las emociones.
La CNV plantea el redescubrimiento que las personas nos sentimos mejor cuando nos reencontramos con las demás, fuera de confrontaciones, gritos, peleas y tensiones. También con la recuperación de valores como el respeto, la compasión y la libertad. La libertad y el derecho asertivo de todos a decir no, buscando autenticidad y conexión. La CNV se caracteriza por expresar las desavenencias sin juzgar, a través de la observación y la identificación y expresión de nuestras emociones y necesidades sin culpar al otro.
¿Cuántas veces nos “maltratamos” verbalmente desde nuestros juicios y pensamientos destructivos? Como no hemos aprendido a expresarnos desde la empatía y la compasión, nos comunicamos “violentamente” y entramos en el bucle del distanciamiento a través de las exigencias, los consejos no pedidos, la huida a ver si el tiempo “lo cura todo”, el victimismo y el no hacernos cargo, la irreflexión y la falta de cuidado.
La CNV crea un camino para la curación y la reconciliación en sus múltiples aplicaciones, que van desde relaciones íntimas, entornos laborales, atención médica, servicios sociales, policía, hasta gobiernos, escuelas y organizaciones de cambio social.
Uno de los elementos a remarcar es la idea de que las emociones dependen de nosotros mismos, de nuestros pensamientos y necesidades, y no de los demás, de ahí se deriva el concepto de responsabilización emocional, así lo que nos propone la CNV es darnos cuenta (y esto al principio no es fácil) que, por ejemplo: no es el otro el que me pone nerviosa, soy yo que me pongo nerviosa en una determinada situación, no es la clase de 2º que me saca de quicio, soy yo la que pierdo los estribos. Si seguimos, con ejemplos más cotidianos: no es mi cuñado, mi suegro, mi hijo, mi hija, mi cabeza, etc… los que hacen que me sienta de determinada manera, soy yo la que siento una determinada emoción en una situación dada a causa de mis pensamientos y de si mis necesidades están o no cubiertas.
Cabe decir que no podemos negar los estímulos que activan nuestros pensamientos. Si estoy en clase y el grupo está desconcentrado, jugando, no responsabilizándose del trabajo, yo puedo decirme: «otra vez igual, no hay manera, con este grupo, no lo consigo», y eso puede provocarme que me sienta: desbordada, enfadada, triste, angustiada, porque mis necesidades de respeto, seguridad y orden no se ven satisfechas.
Ahora bien, también puedo pensar: «¡uy!, no están atentos del trabajo que tienen que hacer, quizás están cansados, quizás necesitan descanso», entonces me sentiré: tranquila y segura, porque no siento que ninguna de mis necesidades esté en peligro, al contrario, estoy conectando con las necesidades del grupo.
El estímulo es el mismo en ambas situaciones, pero es mi pensamiento el que me genera una emoción u otra.
En resumen, con la comunicación no violenta expresamos qué es lo que puede mejorar nuestra vida y descubrimos qué es lo que puede mejorar la vida de los otros, y el actuar en consecuencia nos llevará a relaciones más humanas y mejores vidas.
Hace mucho tiempo, cuando todavía no había escuchado a hablar de la CNV y todavía iba a la universidad, quedé para tomar algo con mi amigo Sergio.
Él entonces también estudiaba y para pagarse los estudios había empezado a trabajar de camarero en un bar de tapas. Me dijo que estaba contento en el nuevo trabajo, que la gente era muy maja, pero que había tenido una enganchada con uno de sus compañeros.
El tema de la disputa era que al terminar el servicio unos cuantos de los camareros salían a fumar, como Sergio no fumaba se quedaba dentro recogiendo todo y le iba hirviendo la sangre al ver que él estaba trabajando y los otros estaban relajándose y charlando animadamente.
Un día no pudo más y les dijo que tenían mucho morro de estar tanto rato fuera sin trabajar y que tenían muy poco respeto por él y otro compañero que estaban dentro recogiendo y limpiando.
Entonces Pepe el fumador le dijo: “Tú también puedes parar este rato y salir, aunque no fumes, puedes estar aquí con nosotros. Es tu decisión quedarte dentro trabajando sin tomarte esta pausa.”
Sergio, que es un chico listo, reflexionó y entendió que Pepe tenía razón, que estaba intentando cambiar las rutinas de un grupo cohesionado que solo se tomaban una pausa después de unas horas de trabajo intenso. Y que de lo único que le había servido el enfado era para encararse a un tipo majo.
A partir de este día empezó a salir a “no fumar” y se tomaba una coca-cola mientras charlaba con los otros. De esta historia han pasado ya más de 20 años y Sergio y Pepe el fumador siguen siendo amigos.
1. Es una actitud que implica la intención de conectar con nosotros mismos (autoempatía) y con el otro (empatía). Implica apertura hacia uno mismo y hacia el otro sin juzgar, quiere cuidar la relación y establecer un canal de comunicación abierto y empático.
2. El objetivo de la comunicación no violenta no es cambiar la conducta de las demás personas para conseguir lo que queremos, sino establecer relaciones honestas y empáticas, favorecedoras de colaboración necesaria para poder intentar satisfacer las necesidades todos y todas. No queremos ni ganar ni dominar al otro, queremos relacionarnos con él.
3. Parte de la observación y el no juicio, la expresión de las emociones, la identificación de las necesidades y la generación de estrategias para darle respuesta.
4. Cuando somos capaces de poner nombre a nuestras emociones, y hacerlas visibles; cuando somos capaces de poner nombre a las emociones de los demás, acogerlas sin juzgar, éstas disminuyen en intensidad. El reconocimiento emocional genera conexión.
5. Nuestras conductas son estrategias para dar respuesta a las necesidades insatisfechas.
6. Las necesidades no son negociables, debemos poder cubrirlas. Por una misma necesidad pueden haber multiplicidad de estrategias para darle respuesta, si no es así podemos decir que no es una necesidad, es una estrategia.
7. Ante una petición, estamos abiertos a que el otro nos responda con un «NO» sin que esto deba afectarnos.